¿Y si tu curiosidad lo cambiara todo?
Todo comenzó cuándo salí de la universidad y me cuestioné el porqué había elegido la carrera que elegí.
Siempre cuestione el sistema laboral y educativo en el que vivimos y cómo este nos presenta el modelo “ideal” a seguir para vivir nuestra vida. Un viaje y mucho tiempo solo para mí hizo que pasara por mi cabeza muchas preguntas:
¿Mi trabajo me está llevando a cumplir mi propósito en la vida? pregunta que me llevo a otra… ¿Cuál es mi propósito en la vida? y no, no es fácil responder a esta pregunta, pero a partir de esto decidí no dejar escapar mi curiosidad para cuestionarme todo.
Gracias a esa curiosidad, el año 2016 me invito a viajar fuera de Perú por 7 años, me abrió las puertas a mucha información guardada dentro mío que esperaba por ser nuevamente recordada. Ya sabes a lo que me refiero no? me acordé de todo lo que soñaba cuándo era pequeña, de lo que me hacía brillar los ojos al verlo, hasta me puso al frente personas que quizás había conocido en otro mundo paralelo. A lo largo de estos años pasé por varios encuentros conmigo, lo que leerás a continuación fue escrito en el 2015, escrito cuándo tenía 24 años.
Diciembre del 2014, mi primer viaje sola. Gracias a una amiga dejé de pasar un verano en las playas de Lima para aventurarme un pueblo hermoso llamado Sun Valley en USA lleno de nieve y mucho sol también. Recuerdo que investigué mucho el destino que iba a visitar, estaba muy emocionada y ansiosa en que llegara mi fecha de partida. Estando en el aeropuerto con mis padres y hermanos (somos 5 hermanos y unos padres muy sentimentales) me sentía demasiado emocionada pero más que todo sentía esa sensación de expectativas creadas en tu mente antes de un viaje y la ilusión que todo fuera tan hermoso y especial cuando me encontrara allá. Tenía siempre conmigo mi diccionario…aún mi inglés no era muy avanzado que digamos jaja y bueno tenía un par de textos también por si me preguntaban algo en el aeropuerto. Mi destino final sería el estado de Idaho, Sun Valley, tuve unas cuantas escalas antes, la primera fue en México luego Los Ángeles dónde me quede por 2 semanas y finalmente Salt Lake City en dónde me recogerían para dirigirme a Sun Valley.
A mi llegada, todo estaba mejor de lo que me había imaginado, paisajes increíbles, mi trabajo era increíble (tienda de chocolates!!!) y la gente que iba conociendo poco a poco se fueron convirtiendo en mi nueva familia, esta demás decir que hasta ahora lo siguen siendo. El destino siempre termina poniendo en tu camino a personas que irán marcando de alguna u otra forma tu vida a través de sus experiencias.
Luego de esos tres inolvidables meses, llegó el momento de volver a casa. A mi regreso a Perú, lo único que pensaba era ver la forma de cómo sentir de nuevo ese efecto sorpresa que traen los viajes. Y es que, volver a la rutina no era muy alentador que digamos.
Sentí diferentes etapas en mi retorno a Perú, lo podría resumir así:
Etapa I: Volviendo a lo anterior
Suena lógico que tenga que volver a lo anterior, sabía que este viaje duraría solo tres meses. Pero particularmente desperté en mí las ganas de agregarle un nuevo ingrediente a lo anterior.
Ahora que leo esto en el 2025, en verdad no era lo anterior lo que me aterraba, era que yo ya no era la misma en ese anterior dónde vivía. Los lugares a los que viajamos nos entregan algo valioso, y es la posibilidad de crear(te) algo nuevo en tu mundo real. Puedes pasar la barrera del tiempo y tele transportar todos los elementos y arquetipos que consideres de ese lugar para tu mundo en la ciudad y país dónde te encuentres ahora. Los lugares están llenos de símbolos esperando a que le des un nuevo sentido, cada viajero le da un sentido diferente. Cada viajero crea en base a un instinto diferente.
Llegue a Perú y lo tenía muy claro y planeado, quería dedicarme a algo que me permitiera viajar. Mi situación era diferente… y es que imagínense ya había terminado una carrera, que si bien es cierto podía llevarme a viajar mucho pero no con la libertad que yo me estaba proponiendo. Tenía un futuro por delante en un trabajo con la posibilidad de desarrollar una línea de carrera, pero algo paso conmigo al retorno de ese viaje que hizo que me planteara un tema muy enserio y ese era: ¿Este es el camino que me llevará a la vida que deseo vivir?.
Luego de ese viaje, empecé a cuestionar mucho la idea acerca de la necesidad de asegurarme un buen trabajo una vez graduada y seguir una serie de pasos para ir por el “camino correcto”. No podía entender como antes no me había tomado tan enserio el saber a profundidad acerca de ¿Cuáles son mis pasiones, qué se me da bien hacer, dónde me vería trabajando feliz? Si le hecho una mirada a mi yo tiempo atrás y lo analizo, claramente entiendo cuál era mi situación, existe una regla muy marcada en nuestra sociedad dónde se asume que alguien con 16 años ya tiene la capacidad de decidir su futuro profesional. En realidad, muchos de nosotros en ese momento no sabemos que esa es una decisión seria y que implica en buena parte tu futuro. Si la tienes clara de joven y sabes que es lo que te apasiona, me parece espectacular comenzar a estudiar y a ganar contactos clave cómo los son los profesores/mentores que encuentres en la universidad/instituto o el lugar dónde estudies. Tal situación, en ese momento no era mi caso, volviendo al ahora, no me arrepiento en lo absoluto de haber estudiado lo que estudié. A pesar de no ejercerlo, tengo muchos amigos, contactos y experiencias que me marcaron y no olvidaré. La vida continua y los sueños te exigen que los escuches.
“Si algo bueno te pasa, viaja para celebrar. Si algo malo te pasa, viaja para olvidar. Si nada te pasa, viaja para que algo pase”.
Salí de Perú con la idea de hacer realidad un sueño: VIVIR VIAJANDO y poder confirmar cómo este estilo de vida afecta de forma positiva mi aprendizaje personal y mi aprendizaje del mundo. ¿Por qué arranque con Nueva Zelanda? Recuerdo que en el 2015 retorne de mi primer viaje solo fuera del país (USA) y pensé mucho la idea de iniciar otro gran viaje y embarcarme a la aventura nuevamente. Nueva Zelanda es el único país en el mundo que nos permite postular a la Working Holiday Visa, visa que te permite viajar y trabajar por el lapso de un año con la condición de cambiar cada 3 meses de trabajo. Enero 2016 luego de hacer todos los trámites, consigo coger una de las 100 visas que solo se otorga a Perú. Con visa en mano y con muchas emociones encontradas no sabía cómo dar la noticia a mis padres que me iría del país y con solo un ticket de ida. Me detenían ideas tontas, pero todas controladas por El MIEDO, miedo que no sea lo “correcto”, miedo a cómo explicar esto a mis padres, miedo de regresar y no haberlo logrado, miedo a confundirme, miedo a decepcionarme, etc, etc... Finalmente Diciembre 2016 luego de unos buenos meses discutiendo esto conmigo misma y con mi gmail que cada tanto me recordaba que tenía la visa aprobada para viajar, es que me decido a ir por eso sin que nadie ni nada me detenga.
El 4 de Diciembre de 2016 ya estaba dentro del avión lista para iniciar esta gran aventura, mi viaje tendría tres paradas: Santiago de Chile, Buenos Aires y finalmente Auckland. Ya han pasado 2 meses y 15 días viviendo en Nueva Zelanda y puedo decir que este país no deja de sorprenderme, no solo abre las puertas laborales a todo el mundo si no también te promete vivir con una excelente calidad de vida. Yo me encuentro feliz y no morí en el intento de ir por lo que quise jaja
Con 25 años recién llegada a Nueva Zelanda y con ojos de creer y no creer a la vez que la promesa que me hice al salir de la universidad la estaba cumpliendo.
A mi llegada a NZ no tenía idea de a qué ciudad ir ni en dónde iba a trabajar. Lo que si sabía era que tenía mi comodín = ahorros de 2000 dólares que me cubrirían si necesitara algo. Igual me presionaba mucho o poco en la planificación, debido a que pasaba mis días maravillada sin creer que ya estaba fuera de casa y que ahora me tocaría valerme por mi misma.
Vivencias que puedo rescatar hasta el momento:
Usar couchsurfing por primera vez en otro país y vivir con un iraní en Auckland por el lapso de una semana. Por un momento pensé que no iba ser buena idea, pero que al final resultó ser un tipo bastante amable quién me ayudo con todos mis trámites (sacar mi cuenta bancaria, mi línea móvil y otros particulares cómo fue el qué mi tarjeta de débito se quedará atracada en un ATM: ADIÓS COMODÍN).
Tener que trabajar en un hostel 5 días en mi segunda semana de estar en NZ, para tener alojamiento gratis 1 semana después de atascar mi tarjeta de debito con todos mis ahorros en un cajero ATM.
Viajar en carro 10 días desde Queenstown (Isla Sur) hasta Hahei Beach (Isla Norte) a 70 km/hora como máximo y parando cada 40 mín. o 20 mín. dependiendo de como se sintiera "Lucy" (nombre del carro). Una de las mejores aventuras de lejos que he tenido.
Tener cómo mi primer trabajo la thinning de manzanas en un pueblo remoto llamado “Roxbury” en la Isla Sur de Nueva Zelanda. Acá les dejo la prueba de ello jaja.
Hacer por primera vez Autostop para ir a mi primer destino de trabajo, Roxbury Isla Sur.
Vivir por primera vez en una cabin (era un cuarto pequeñito hecho con material rústico más económico para vivir) y compartir áreas comunes al aire libre con personas de mas de 10 nacionalidades. ¡Fue realmente una locura de divertido!
Ahora: Vivir en un playa en la Isla Norte llamada Hahei con apróx. 300 habitantes y con solo 4 personas que hablan español incluida yo.
Para aquellos que decidimos emprender este viaje y abrazar un estilo de vida libre y espontáneo, hay algo que debo compartir: no es un camino fácil. Nos enfrentamos constantemente a la incertidumbre, pero en ella reside nuestra mayor libertad. Cada paso que damos está marcado por decisiones que solo nosotros podemos tomar, y en esas elecciones es donde descubrimos nuestro verdadero poder.
Ese viaje fue mi más grande escuela, la combinación de estar sola, de no estar en tu país, de estar en un lugar diferente cada tanto, de tener compañeros de trabajo de 10 nacionalidades diferentes con sus propias costumbres y formas de pensar, me demuestran que valió la pena el “riesgo”. Valió la pena salir de esa burbuja envuelta de confort dónde me sentía que estaba. Ahora puedo decir que eso era el paso que tanto buscaba dar al salir de la universidad y me siento feliz de haberlo vivido.
¿Qué te hace brillar los ojos de tan solo imaginarlo? escríbelo y luego léelo en voz alta, arma un plan, ponle fecha, pero no lo olvides. Y acuérdate siempre, ¿Y si tu curiosidad lo cambiara todo?